Cuando han pasado ya varias semanas desde que se conoció la noticia de la destitución de Antonio Santiago como capataz de la Hermandad de la Paz (Sevilla), donde ha estado toda una vida, y tras la carta de gratitud que redactó hacia la Hermandad, sus Titulares y sus costaleros, el pasado día 31 de mayo, en El Correo de Andalucía, Antonio Santiago realizaba una entrevista sobre lo acontecido que, sin duda, levantará algunas suspicacias. Pero, desde luego, Antonio Santiago, habla desde el corazón y el sentimiento.
Antonio Santiago
Foto: José Luis Montero
Aquí tenéis la entrevista.
La cita es en El Rinconcillo, el célebre local del entorno de Santa Catalina que se levanta en la calle que lleva el nombre de su padre.
—¿Cuántos ofrecimientos le han llovido ya para el Domingo de Ramos?
—Ninguno. Y es normal. Muchas veces se habla más de lo que la gente piensa o comenta que lo que realmente hay.
—¿No le resulta paradójico que prescindan de usted en La Paz el año que mayores elogios ha cosechado el andar de los pasos?
—La trayectoria de la cuadrilla de la hermandad siempre ha ido in crescendo desde que se fundó. Este año, concretamente, puede haber sido de los mejores años. Hay que añadirle los inconvenientes que hemos tenido, como ha sido el salir casi dos horas más tarde de la Parroquia. De hecho, el diputado mayor de gobierno me llamó el Sábado de Pasión estando yo delante del palio de la Virgen de los Dolores de San José Obrero para preguntarme que con cuánto tiempo podríamos salir de la Parroquia para poder cumplir el horario en Carrera Oficial. Ipso facto le contesté que con hora y media o un poco más podríamos llegar, y así fue. Los Pasos han ido excepcionalmente bien, con el inconveniente de que había que ir muy ligero. A la vuelta, la cuadrilla mantuvo el ritmo que la Hermandad pedía y entramos a la hora. La verdad que ese Domingo de Ramos por la noche allí en la Hermandad todo eran parabienes y felicitaciones, pero las cosas son así...
—Lo que demuestra es que este divorcio no se debe a cuestiones técnicas.
—Pienso que no. De hecho, el Hermano Mayor, en el rato que estuvimos hablando cuando me comunicó mi cese, me dijo que yo era el mejor. Entiendo que no hay motivos técnicos, y el único que esgrimió es la falta de afinidad con la junta de gobierno.
—¿Le han quedado claros los motivos de su cese o sigue haciéndose preguntas?
—Sigo haciéndome preguntas, pero el único motivo que me dio el Hermano Mayor fue el de la falta de afinidad. Sé que hay mucha gente hablando de circunstancias que han ocurrido en los últimos años, pero le puedo decir, por ejemplo, que hace tres años, con el tema de la petalada del Paso de palio, este Hermano Mayor fue el primero que me dijo que no quería pétalos en el techo de palio. Después de esa Semana Santa tuvimos una reunión en la que una comisión de la Junta de Gobierno me expuso ese malestar que había y este asunto se dio por zanjado y cerrado. No creo que, tres años después, éste sea el motivo de mi cese. Y el episodio de este año de la banda a la salida del Paso de Cristo tiene su porqué: y es que el año pasado yo le partí un dedo al Cirineo porque dimos con la cruz en la puerta debido a que la banda empezó a tocar antes de que el paso estuviera dentro y de pie. Después de eso, hemos mantenido varias reuniones y se llegó al acuerdo de que ambas bandas no tocarían hasta que los Pasos no estuvieran ya levantados dentro o fuera de la Iglesia, a su salida o a la entrada. Cuando este año la banda empieza a tocar en plena maniobra de salida, yo lo único que dije es «esto no es lo que hemos hablado». Para mí darle un porrazo a un Paso es como clavarme un puñal en el corazón, lo paso mal y más en esta mi Hermandad, y más cuando habíamos tenido reuniones para evitar esto. No me enfrenté a nadie, simplemente dije que esto no era lo que habíamos hablado. De hecho, le he referido esto al Hermano Mayor y me contestó que yo llevaba razón.
—Supongo que es la primera vez que prueba el amargo cáliz de un cese...
—Sí.
—¿Y a qué sabe?
—Sabe mal, sabe a traición. Porque me cuesta trabajo entender que el Domingo de Ramos por la noche todo fueran parabienes y que ahora... Es inexplicable. Yo no le encuentro explicación. Este quizás sea el momento más triste que yo he vivido como capataz, sobre todo porque después de 38 años al servicio de la hermandad, de que el Hermano Mayor te diga que eres el mejor capataz y estando a cuatro meses de la Coronación de la Virgen, yo creo, sinceramente, que no me merezco esto.
—¿Ha sacado alguna moraleja o enseñanza?
—De todo en la vida se aprende. Yo he aprendido que no siempre todo lo que uno piensa es real, y que hay gente que piensas que son tus amigos y luego no lo son. Siempre hay que sacar enseñanzas.
—Solía reflexionar su padre que todo llamador de Sevilla, física o invisiblemente, tiene una serpiente rodeándolo y hay que tener mucho cuidado al cogerlo para evitar que te pique...
—Eso sucede con todos los llamadores. Las cosas pasan porque los hombres estamos de por medio y el demonio está en medio de los hombres. Esa es una verdad como un templo que decía mi padre... y que se sigue cumpliendo.
—Supongo que para usted y para su familia La Paz no es una Hermandad más en su trayectoria como capataz.
—De hecho, llevo 38 años como hermano en La Paz. Mis hijos y mi hermana son hermanos de La Paz, mi padre lo fue, y yo me siento hermano de La Paz. Me habré equivocado en muchas cosas, pero desde luego sí que tengo claro que todo lo que he dicho y he hecho ha sido pensando siempre en lo mejor para la Hermandad. Desde que se fundó la cuadrilla he estado implicado en todo, además con la confianza que a mí me daba el que muchos de los oficiales de junta actuales habían sido costaleros míos y nos conocemos desde hace más de 30 años. Esa confianza y mi implicación en la Hermandad quizás me hayan inclinado a opinar o decir cosas que pensaba yo que eran lo mejor para la Hermandad.
—¿Cree usted que alguna vez se ha extralimitado en sus funciones como capataz?
—Yo creo que no. No he hecho nada que no sea lo que la Junta de Gobierno me haya dicho. Al contrario, he colaborado en todo: elaborando, a petición de la Junta, el capítulo dedicado a la historia de los capataces y costaleros en el libro editado por la Hermandad; estudiando cómo mejorar los horarios de la Cofradía; implicando a las cuadrillas de costaleros en el tema de la asistencia social; colaborando económicamente cuando se hizo el manto de la Virgen; en los regalos que las cuadrillas han hecho de las potencias del Señor y del templete de la Virgen... Mi implicación con la Hermandad ha sido para todo y he estado siempre a su servicio.
—En un mundillo donde a veces reina una falsa afectuosidad. ¿Le han llamado muchos compañeros de martillo para solidarizarse?
—Sí, sí. En este mundillo, imagino que al igual que en tu profesión, la mayoría de la gente es buena, lo que pasa que los malos se hacen notar más que los buenos.
—¿Teme por su continuidad en otros martillos?
—A priori creo que no. De hecho, me ha llamado la mayoría de los Hermanos Mayores de todas las Hermandades para mostrarme su afecto y solidaridad, y para decirme algunos que no entienden para nada esto.
—¿Se ha imaginado ya cómo será el primer Domingo de Ramos sin ponerse al frente de los legionarios del Porvenir?
—Pues no. En lo que menos estoy pensando es en el Domingo de Ramos. Ahora mismo me está costando asimilar esto, aunque ya ha pasado algún tiempo. Ni siquiera me estoy plateando qué pasará el Domingo de Ramos
—¿Estaría dispuesto a volver al Porvenir algún día si le reclamaran?
—Yo soy de La Paz. Por encima de las personas está la Institución. El tiempo dirá si las personas que han tomado esta decisión han acertado o se han equivocado, pero yo no voy a renegar de mi Hermandad. Valdría muy poco si después de 38 años de hermano y de otros tantos sacando a la Hermandad, con dos Salidas Extraordinarias, te dijera que me da igual o que si me volvieran a llamar yo diría que no. Yo soy de La Paz, lo tengo claro.
—¿Es necesario cultivar esa fama de persona distante para manejar a un colectivo de 1.600 personas en Semana Santa?
—Las personas que me conocen saben que yo no soy distante. Pero hay que tener claro que cuando una Hermandad delega en ti cómo llevar sus Pasos asumes una responsabilidad lo suficientemente grande como para no tomarse esto a juego. Tú no puedes estar de bromas con un colectivo de 160 costaleros. Imprimo la seriedad que creo que deben de tener estas cosas; después, en otros momentos de la convivencia, a lo mejor no es así. Luego, hay gente más allegada o que se te arrima más y tienes más relación con un grupito. Tampoco puedo ser íntimo amigo de 1.600 personas. Es imposible.
—Hay quien le critica cierto endiosamiento...
—No... Después de 46 años delante de los Pasos tengo claro cómo deben de ir mis Pasos. Sé que hay gente que me critica cómo llevo los Pasos de palio y lo entiendo porque sobre gustos no hay nada escrito. Pero es que hay gente que critica que en Sevilla los Pasos de palio, en general, se muevan al estilo de Antonio Santiago y Antonio Santiago sólo lleva ocho Pasos de palio de los más de 40 que hay en Sevilla. No tengo culpa que haya otros Pasos, otras Cofradías y otros capataces que quieran llevar los Pasos como yo los llevo. Cada uno puede hacer lo que quiera. Yo lo llevo así, porque entiendo que es la mejor forma. Yo no me veo endiosado. Sí entiendo que tengo un puesto que estoy en el punto de mira y cualquier cosa que haga puede ser criticada o censurada. Pero asumo que el puesto que tengo es así.
—Se le criticó por ejemplo que pidiera la mano de su novia en plena estación de penitencia...
—Es que eso no fue como se ha contado. Lo que hice fue meterme debajo del Paso, precisamente para que no hubiera cámaras ni nadie grabando, y contarle a 35 amigos que iban debajo del Paso un deseo mío. Nada más. Ni yo dediqué ninguna levantá ni le di ningún beso a nadie ni mi comportamiento delante del Paso fue irrespetuoso. Lo que pasa es que de los 35 que yo pensaba que eran amigos había un Judas. A partir de ahí se ha tergiversado todo.
—¿Cómo va a vivir en octubre la Coronación de su Virgen de la Paz?
—No lo sé. Yo quiero participar y quiero estar, pero no sé a qué nivel. No me tengo que esconder de nada porque tengo la conciencia enormemente tranquila de todo lo que he hecho en estos 38 años. Eso para mí es fundamental. He hecho todo lo que la Hermandad me ha pedido y más, y por lo tanto, tengo la cara muy alta. No he hecho nada de lo que me tenga que arrepentir. Repito, puede ser que me haya equivocado en algo, pero siempre pensando en lo mejor para la Hermandad.
Fuente: El Correo de Andalucía (elcorreoweb.es)
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