¿Qué es una advocación?
Para la religión católica, una advocación mariana es una alusión mística relativa a apariciones, dones o atributos de la Virgen María.
La Iglesia católica admite innumerables advocaciones que significan la figura de María como Madre de Jesucristo o alguna de sus virtudes o cualidades a las que se rinde culto de diversas maneras.
Las advocaciones podremos clasificarlas en dos tipos:
-Las de carácter místico, que serán las relativas a dones, misterios, actos sobrenaturales o fenómenos taumatúrgicos de la Virgen como la Anunciación, la Asunción, la Presentación, etc;
-y las apariciones terrenales que, en muchos casos, han dado lugar a la construcción de santuarios dedicados a la Virgen como el del Pilar, el de Lourdes, el de Fátima, entre otros.
Estas advocaciones, a menudo, dan lugar a múltiples patrocinios (considerando a la Virgen como "Virgen protectora") de pueblos, ciudades, países o de diversas entidades o Cofradías.
Las advocaciones marianas se suelen nombrar con las fórmulas “Santa María de”, “Virgen de” o “Nuestra Señora de”. Pero también, las advocaciones suelen dar lugar, en muchos casos, a nombres propios femeninos, compuestos del nombre María y su advocación: María del Carmen, María de los Dolores, María de Lourdes, etc.
Aunque el nombre sea diferente en cuanto al atributo relativo a la Virgen María, siempre se refiere únicamente a Ella, así se haga mención de varios nombres en un mismo momento, la instancia es la misma, la Virgen María.
Su celebración, en la mayoría de los casos, se hace de forma conjunta el día 8 de septiembre o primer domingo de septiembre, el día que la Iglesia celebra las “Apariciones de la Santísima Virgen en los más célebres santuarios”.
Aunque históricamente en los primeros siglos del cristianismo existen registros que hablan de María como "Madre de Dios" (Theotokos), dicho título considerado pilar de advocaciones hacia su persona ha sido motivo de críticas. La misma es defendida tanto por la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa, y reafirmada, inclusive, por los iniciadores del Movimiento Protestante en el siglo XVI, propiciado por Lutero, y mantenida posteriormente por Calvino y Zwinglio. Sin embargo, a medida que el proceso reformador avanzó a lo largo de los siglos, dentro de algunos movimientos post-reformantes que mantuvieron el cisma respecto de Roma se originó un giro en la postura teológica de los mismos sobre el papel de María dentro de la doctrina cristiana. Desde entonces se ha producido una forma de "desacreditación histórica" en la Tradición de la Iglesia Católica por parte de las diversas manifestaciones del protestantismo que, además, influyó en la postura hacia la religión de varios eruditos e investigadores europeos del iluminismo racional del siglo XVIII y en el liberalismo teológico del siglo XIX, incluyéndose en el caso lo referente a escritos patrísticos acerca de la Madre de Jesús y sus consecuentes concepciones dentro del catolicismo romano en los primeros tres siglos del cristianismo, y las múltiples "manifestaciones" mariológicas aceptadas y proclamadas a lo largo de la historia.
La misma concepción teológica fue oficializada como “dogma de fe” en el Concilio de Éfeso hacia el año 431, esto por las ideas promulgadas por Nestorio quien afirmaba sobre María como Madre de "Jesús-Hombre" únicamente, y no Madre de"Jesús-Dios". Dicha concepción no procedió y fue, inmediatamente, rechazada en el mismo.
Salvo el caso anterior, dentro de la doctrina cristiana no había surgido una negativa generalizada acerca de dicho dogma de fe, siendo mantenido éste sin cuestionamiento.
De acuerdo con la doctrina de la Iglesia católica, las advocaciones que se dirigen a María son, única y exclusivamente, modos de llamarla desde el punto de vista bíblico relacionados a Ella, acciones, lugares o mensajes que la identifican, nada más. Aclarando con ello que sólo hay una Virgen María, siendo además estos representados (estos modos de llamarla) a través de la pintura, arte y escultura.
También ocurre por otras causas entre ellas: el poco estudio de la verdadera concepción de la doctrina católica hace que el mismo se desfigure en muchas ocasiones como consecuencia de la “mala formación doctrinaria” o “poca profundización en la misma” por parte de algunos confesos al catolicismo, re-definiendo, sin mala intención, el verdadero significado que dichas advocaciones poseen, en forma variada y en muchas ocasiones incluso contradictoria a la explicación de la Iglesia Católica, ocasionándose por ello disputas internas, que han provocado cismas variados por considerarlas supersticiones. Las mismas han adquirido variadas interpretaciones acerca de su verdadero valor doctrinal dentro del cristianismo, por lo que la mayoría de confesiones religiosas ajenas al catolicismo y por parte de algunos estudiosos bíblicos escépticos, han considerado a estas "formas de idolatría" o "actos de devoción anti-bíblicos para imponer la religión católica", relacionando bajo el campo socio-cultural similitudes con creencias que han existido dentro de los pueblos "paganos" ahora cristianizados, obviándose la parte teológica cristiana que existe para comprender a las mismas.
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